14 de junio de 2012

> ¿Alguien sabe dónde nos llevan?

Cuando después de milenios incalculables la Tierra hubo madurado, nació un niño al que acabaron llamando Runni porque nunca se quedaba quieto. Ya mucho antes de que fuese el tiempo para ello, se había levantado por sí solo y echado a andar.

A Runni le gustaba caminar, en realidad no hubiese podido vivir sin hacerlo. En secreto, todas las tardes que podía, se escapaba y llegaba andando hasta el puerto, desde donde podía verse el Mar. Una vez allí, sentado sobre la barca de mirar, esperaba para ver como el Sol se escondía detrás del Océano mientras se deleitaba viendo el Cielo cambiando sus colores, cada día con tonos diferentes.


Runni era pequeño y según las instrucciones que tenía, debía volver a casa antes del anochecer. Siempre lo recordaba cuando ya era tarde, así que hacía corriendo el camino de vuelta. No le importaba porque le gustaba correr y como el terreno era llano no se cansaba.

Aquel día el Viento jugaba persiguiendo las Nubes que correteaban divertidas delante de él sabiendo que nunca las alcanzaría. El Sol las iluminaba mientras el Cielo, unido a la fiesta, se adornaba con sus más fulgentes colores. 

Recordó las instrucciones y pensó: “corriendo más deprisa durante la vuelta, puedo esperar un poco más antes de irme”. Quería ver cosas nuevas, como cambiaba el Cielo hasta que, ya en plena noche, se llenaba de puntos blancos luminosos y sobre todo, por donde aparecería la Luna. Distraído con esas ilusiones, se sentó en el suelo apoyado sobre la barca y sin darse cuenta, se quedó dormido. 

Se hizo de noche. Sus padres preocupados preguntaron a los vecinos, estos a sus amigos y todos juntos, se pusieron a buscarlo. Como nunca había explicado donde iba, lo buscaban por lugares equivocados: el río, el parque cercano y el castillo abandonado. 

Le encontraron de madrugada dormido sobre la arena. Cuando se iban les dijo: Me ha hablado, el Mar me ha hablado: dice que el viaje a las Estrellas ha comenzado. Al día siguiente, por todo el Mundo se repetía la misma noticia sorprendente: según las últimas mediciones astronómicas, la tierra había abandonando su órbita y se estaba alejando del Sol.

Las previsiones económicas, esta vez si eran catastróficas.

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