18 de junio de 2012

> Dónde no hay ganancia ...

... la pérdida es segura. Era una de las frases preferidas de mi difunto padre. Desgraciadamente es así porque en economía tenemos columnas para el debe, el haber y el saldo, pero ninguna para el suficiente. Estamos acostumbrados a considerar como natural el crecimiento positivo de la economía, el incremento constante del producto interior. Y además no estamos solos, el resto de países del planeta también se mueven, crecen y si su crecimiento es superior la nuestro, aunque objetivamente crezcamos, decrecemos comparativamente.


En el contexto europeo en que nos movemos está resultando que Europa no gana... Los "capitostes" de turno de cada país que compone la ¿unión europea? dominados por los intereses que controlan sus partidos quieren seguir siendo los dueños de su corral y Europa se parece más a los reinos de taifas que a una organización compacta. Necesitamos una nueva constitución europea y un gobierno europeo que reduzca los actuales parlamentos y gobiernos de Francia, Alemania, Italia o España a una dimensión regional con las mínimas competencias. Aburre tanto Sarkozy, Merkel, Hollande, Zapatero, Berlusconi, Monti o Rajoy. No ganamos en integración políticas y así nos va ... la pérdida es segura.

En la competición internacional Europa no gana... los países emergente y los ya emergidos construyen continuadamente tentáculos de poder que se extienden por el planeta y que sin entrar en conflicto, en un principio, con los interés europeos limitan el espacio disponible para el crecimiento ...la pérdida es segura.

La cuestión ya no es si estamos en crisis o como saldremos de ella, sino hasta donde va a llegar. Los europeos estamos acostumbrados a sentirnos el centro del universo, como si la civilización no tuviera cabida fuera de nuestras fronteras. En el fondo es la repetición del concepto romano de bárbaro, haciendo excepción de los americanos porque no queda más remedio. Hemos visto caer imperios, culturas, civilizaciones a lo largo de la historia. Quizás estemos en el inicio de una decadencia.

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