27 de junio de 2012

> A vueltas con la pareja

Para hablar con propiedad de la pareja hace falta, como con todo, experiencia. Claro que hay dos clases de experiencias: la que da estar mucho tiempo con una pareja y la que da haber tenido muchas parejas diferentesDifícilmente pueden darse con plenitud ambas cosas.

El caso es que estaba ayer en un local público cuya relevancia, más bien escasa, no viene al caso y tenían unas servilletas de papel que, para alegrar la monotonía del blanco supongo, estaban decoradas con diversas composiciones de círculos.

La conversación giraba sobre la amistad, en concreto sobre la amistad personal entre dos personas y caí en la cuenta que los motivos decorativos de las servilletas resultaban un compendio de ese tipo de relaciones.

Este el caso de una pareja en la que uno está al lado del otro formando un todo pero manteniendo la independencia. No es ni bueno ni malo, es una forma.Los problemas pueden surgir cuando aumenta la independencia, los círculos se separan, y lo hacen tanto como para que quepa otro en medio.

Aquí tenemos el caso de la misma pareja algo más unidos, no lo comparten todo pero si tienen partes importante en común. Es una situación muy flexible en la que los círculos pueden fusionarse más o menos.

Un nuevo caso es cuando uno de los dos tiende a absorber al otro. Por presión psicológica del primero o cesión del segundo, tanto da, en principio sólo es una situación.

La cosa se complica si se da cualquiera de los dos casos siguientes: que el absorbedor mantenga, sin resistencia, su situación mediante la presión o que el absorbido se sienta incómodo en su situación. El color de relleno de los motivos siguientes lo expresa con nitidez.

Evidentemente ambos círculos en color no vienen al caso ya que implican prácticamente la destrucción como pareja. Aunque muchas parejas de mantienen en esa desagradable situación. 
  
El último motivo de la decoración de la servilleta es el que os pongo a continuación.
Aparentemente es un círculo aislado pero si observamos el grosor de la línea adivinamos la sutil diferencia.

Es casi la pareja perfecta

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